Perspicacia y Curioris

Fagiolo zampognaro, el oro rojo de la slow food de Campagnano en Ischia

slow food

Ischia cuenta con una variedad autóctona de la leguminosa de nombre único: la judía zampognaro estuvo en peligro de extinción, ahora -en cambio- es el icono de la zona de colinas orientada al este.

Siembra a mediados de marzo, con la luna menguante. La cosecha debe esperar hasta finales del verano. Así acompañará los inviernos de los isleños, y no sólo, aromatizando las sopas campesinas con encanto retro.

Su Majestad el Rey judía zampognaro, oro rojo de la isla con alma terrosa: es uno de los símbolos de Campagnano y sus colinas, desde Piano Liguori hasta el monte Vezzi, y -de nuevo- hasta San Pancrazio y la Sgarrupata, el Schiappone y Chiummano, justo donde antiguamente tenía lugar el trueque entre agricultores y pescadores, la “cala cala”. Los primeros intercambiaban los excedentes de la huerta por las capturas: para facilitar el “quid pro quo” se tejían cestos.

Hoy, la isla del este también ofrece, con amaneceres memorables, una variedad autóctona y exclusiva de legumbre, de sabor rico y aromático, casi una panacea. Y decir que parecía destinada a una extinción ineluctable: resistente, en cambio, ha sido la obstinada acción de unos pocos agricultores -seis o siete, no más- que han seguido cultivándola, con una producción que en su punto más bajo rondaba los dos quintales anuales. Muy poco.

Fagiolo Zampognaro, un puente entre el pasado y el futuro

El viento ha cambiado, afortunadamente. Y de la recuperación de siete mil metros cuadrados de terreno, junto con unaatención cada vez mayor a los alimentosde kilómetro cero e identitarios, surgió el relanzamiento de la judía zampognaro. Se llama así por la forma tan inusual en que la planta, una enredadera infatigable, se enrosca alrededor de las cañas de soporte, que son esenciales para su cultivo: recuerda a los cordones de los zapatos de los viejos gaiteros, ahora que lo pienso.

Y si hoy Ischia ha elegido la judía zampognaro como estandarte de su agricultura, es también gracias a la laboriosa actividad de asociaciones como“Slow Food“, que fue la primera -a través del convoy local- en creer en ella.
Su flagrancia, que resiste cuatro horas de cocción, es por tanto hoy un passepartout entre generaciones de isleños: esta legumbre cuenta lo que Ischia fue antaño, anticipa lo que será. Un puente entre el pasado lejano de la agricultura y un turismo de experiencias que valoriza los cultivos, sobre todo los que son tan característicos.

Y de que esta judía era sui generis ya se había dado cuenta en 1854 el botánico de la corte borbónica de Nápoles, Giovanni Gussone, sorprendido por una variedad tan singular que mereció una entrada ad hoc en su colección sobre la flora de la isla de Ischia.

Fagiolo zampognaro, patrimonio de la biodiversidad de Ischia

“Hoy, nuestras judías arbustivas son patrimonio de la biodiversidad de la isla”, afirma la agrónoma Silvia d’Ambra. Tanto es así, que se ha convertido en uno de los Productos Alimenticios Tradicionales del territorio, PAT. Y también para inspirar la cocina de las trattorias locales e incluso de chefs con estrella: “La sopa de alubias de Zampognari solía tomarse con un cuarto de cebolla utilizado como pan”, dice Nino Di Costanzo. Su padre Sabato procedía de una familia de agricultores, su madre Concetta traía la tradición de una familia de pescadores: en él convergen las dos almas de la isla. Y del pueblo de Campagnano, corazón palpitante del cultivo de la judía ischia por excelencia, Di Costanzo es hoy un embajador de corazón: “En la zona de Vigna del Lume había una extraordinaria riqueza de lentejas, con las que los ischios hacían una sopa deliciosa, aderezada simplemente con romero y hierbas silvestres. Pero esa es otra historia.

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