La historia de la Biblioteca Antoniana comenzó a principios de los años veinte, cuando, para paliar la escasez de escuelas posprimarias, los locales encontraron un nuevo uso gracias a la previsión de un carismático sacerdote: monseñor Onofrio Buonocore.
Los estudios superiores, para los que deseaban continuar su formación, se cursaban de hecho exclusivamente en el seminario diocesano que, de 1901 a 1915, adaptó los estudios literarios y científicos del gimnasio y del liceo a los programas del Estado, o bien en Nápoles, con un gasto económico considerable. Después de los Conventuales y las Clarisas, el Convento de San Antonio vio la llegada de los Frailes Menores, que tomaron posesión de los impresionantes locales el 20 de marzo de 1920. El establecimiento de la primera escuela profesional para hombres y mujeres “Vittoria Colonna” albergó también la residencia de estudiantes para los aspirantes a la Orden. El Instituto Técnico fue municipalizado en 1919, equiparado en 1922 y reguritizado en 1933, antes de ser trasladado a un edificio más grande: el edificio “Drago”.
La experiencia escolar continuó cuando, a partir de 1939 y durante diez largos años, los locales albergaron un Instituto Magistral, el “Ferrante D’Avalos”. En el transcurso de aquella extraordinaria experiencia, que tuvo el mérito de educar e influir en las generaciones a las que se pasó el testigo en la gestión de la isla, surgió la necesidad de poder reunir libros útiles para la enseñanza destinados a los alumnos que a menudo tenían dificultades para acceder a materiales de estudio. El servicio de préstamo de volúmenes está atestiguado incluso antes de la propia fundación de la Antoniana, por lo que podemos hablar a todos los efectos de una biblioteca escolar original. Si la génesis de la biblioteca del obispo Onofrio Buonocore está ligada a esa experiencia, la de toda la comunidad comenzó el 13 de junio de 1940, cuando se inauguró oficialmente y se abrió al público con su nueva función.
El 27 de julio de 1947, el primer Presidente de la República Italiana, Enrico De Nicola, firmó el decreto de elección como Entidad Moral.
Preocupado por el futuro de la biblioteca tras su muerte, Onofrio Buonocore fundó en 1944 el Centro Studi su l’isola d’Ischia, del que fue presidente hasta 1958. De 1951 a 1961, desempeñó un papel importante el entonces bibliotecario adjunto Camillo D’Ambra, que más tarde fue el alma del proyecto que llevó a la fundación del Archivo Histórico Diocesano de Ischia. Tras la muerte de Buonocore en 1960, la Antoniana vio la sucesión de ilustres presidentes, como el Prof. Paolo Buchner y el Avv. Mario Buono que, en los años sesenta, gastó mucho dinero en aumentar la biblioteca mediante compras y donaciones. La Antoniana se convirtió oficialmente en biblioteca municipal el 15 de julio de 1986 y en 1999 se inició una importante renovación que también dio lugar al reamueblamiento, catalogación y restauración de algunos de sus fondos más importantes.
La apertura al público de la “nueva” biblioteca se remonta a 2001 y durante 20 años ha dialogado con toda la comunidad isleña como única institución de este tipo.
El patrimonio de la Biblioteca
Entre los fondos de la biblioteca se encuentran los libros con el sello “Royal Navy” que fueron patrimonio de la base naval británica estacionada en el puerto de Ischia de 1943 a 1946; parte de los volúmenes que antaño componían la biblioteca del Seminario de Ischia, en desuso, o que habían nutrido las bibliotecas de las familias más ilustres de la isla, se trasladaron a las salas. En las estanterías y vitrinas de la biblioteca se encuentran numerosas rarezas: desde la Enciclopedia Boccardo al Treccani de 1938, desde los tres ejemplares de De rimedi naturali que se encuentran en la isla de Pithecusa hoggi detta Ischia de Giulio Iasolino a la pandette de 1500. Entre los manuscritos figuran la Platea Polverino y el Códice Masónico de Ischia.
Respectivamente, un volumen en folio de 257 páginas enteramente dedicado a la descripción de varias fincas, sus rentas y la lista de sus colonos a partir del siglo XVII. Contiene la transcripción de una serie de actas notariales que se recopilaron durante dos años para el nuevo comprador, el Protomédico de las Dos Sicilias Francesco Buonocore.
El segundo documento es un códice compuesto que contiene, en la primera sección, una de las primeras vernacularizaciones de Alessandro Marchetti del De Rerum Natura de Lucrecio y, en la parte inferior, una serie de papeles que contienen una declaración emitida por el primer Gran Maestre de la masonería especulativa napolitana, la primera pintura de logia italiana y una transcripción de la carta que Raimondo de’ Sangro remitió a Su Santidad Benedicto XV, a raíz de su bula y edicto real del 10 de julio de 1751, con una carta de respuesta.